Un día como hoy del año 1967 se publicaba Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band


Un día como hoy, del año 1967, en el Reino Unido, se publicaba Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, octavo álbum de estudio de The Beatles, considerado por muchos como el mejor de sus discos y uno de los más influyentes de la historia del rock mundial.
La obra, que fue grabada durante el transcurso de 129 días y se publicó en el Reino Unido tan solo un día antes que en Estados Unidos, sacudió a la prensa mundial con un estilo bastante más alejado del pop rock imperante en la escena del momento y la incorporación de elementos exóticos, tales como la música hindú, la psicodelia y arreglos sinfónicos.
Este disco, que sucedió al disco Revolver (1966), mejoró sustancialmente la calidad de producción, a cargo de George Martin, y dio amplio espacio a la banda para experimentar con novedosas técnicas de grabación, consolidando a los cuatro de Liverpool como el mejor grupo de rock de todos los tiempos.
La portada de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, diseñada por los artistas Peter Blake y Jann Haworth, se basó en un dibujo previo de Paul McCartney y acaparó la atención del mundo especializado, que llegó a publicar páginas completas con análisis y críticas artísticas, aunque también políticas.
Inmediatamente después de su publicación, el disco generó un verdadero suceso, especialmente en el emergente escenario del rock psicodélico, y se alzó con cuatro Premios Grammy en el año 1968. Hoy, es uno de los discos más vendidos de la historia, con ventas estimadas en torno a las 32 millones de unidades, y el segundo más vendido en la historia del Reino Unido.


La idea para crear este álbum comenzó con un evento fortuito en la vida de Paul McCartney, en sus vacaciones en Francia de 1996. Para poder ir a la playa y a los sitios turísticos sin que una turba de fanáticos se le acercara, Paul tuvo que estar todo el tiempo disfrazado para pasar de incógnito, usando bigotes falos, sombreros y gafas.

Sus vacaciones fueron todo un éxito: por algunos días pudo recordar qué era lo que se sentía ser una persona común, una más entre la multitud. – ¿Y qué pasaría si los Beatles también se disfrazaran? – se preguntó –, ¿Qué ocurriría si entre todos interpretaban una especie de performance que no solo alterara su imagen sino también su música?

Pensando en esta idea Paul escribió la canción que le da nombre al álbum, esa obertura en la que se presenta a la banda del Sargento Pimienta. Al comienzo la canción no tuvo mayor trascendencia dentro de la banda, hasta que un día le dijo a John, George y Ringo: “¿Qué tal si hacemos todo el álbum como si en realidad existiera la banda del Sargento? ¿Qué pasaría si usamos trajes extraños, extravagantes y de colores? ¿Y qué tal si ponemos todo lo que se nos ocurra en las canciones?


A la banda, al productor George Martin y al manager Brian Epstein les pareció fascinante la idea de hacer que los Beatles no tuvieran que ser los Beatles por un tiempo, de componer y grabar un álbum que no necesariamente tuviera que sonar como a las producciones pasadas.

El Sargent Pepper se convertía así en una excusa para la exploración, para el desarrollo de una libertad creativa sin límites palpables a través de la personalización de una nueva banda, circense, iridiscente, estrafalaria.

Las nuevas canciones que comenzaron a surgir precisamente a través de la exploración infinita – incluyendo sonidos ambiente y teatrales, posibilitando la exploración de un realismo narrativo en las letras de Paul y de una casi que aleatoria y psicodélica elección de palabras en las letras de John –, tenían como propósito recuperar algo que los Beatles estaban perdiendo por ese momento de su historia: la posibilidad de divertirse y de pasarla bien haciendo música.

En cada canción hay una evidente necesidad de impulsar las habilidades creativas, de hacer cosas nuevas y de liberarse de la carga tan pesada que significaba ser un Beatle a mediados de los 60, los cuales fueron los factores determinantes en la creación de este álbum.

Además, Sargent Pepper refleja un momento crucial de la banda en el cual se rinde a las nuevas oportunidades de inspiración que se abrían paso a través de las drogas. Cada canción puede o no puede estar influenciada por el ácido, pero la realidad es que para 1967 lo más común eran que John y Paul pusieran los pequeños cartones húmedos en sus lenguas antes de tomar las guitarras, el lápiz y el papel. Incluso Paul, que se había mostrado reacio a este tipo de drogas, comenzó a consumir LSD casi diariamente.

La droga jugó papel determinante no solo en la creación de canciones que hablan de cielos de diamantes, de flores de celofán verde y amarillo, taxis hechos de periódicos,  árboles de mandarina, cielos de mermelada, actos mágicos en un trampolín y cabezas de cerdo de fuego real, sino también en la posibilidad de crear un buen ambiente de trabajo entre los cuatro, el cual se nublaba en medio de una presión constante por parte de la prensa y los fans,  y también debido a la obnubilación generada por el hecho de brillar demasiado fuerte ante la adoración del mundo entero.

Así, con esa inevitable necesidad que tienen todos los seres humanos en algún momento de sus vidas de convertirse en alguien más, de abandonar por un periodo de tiempo su sentido individual y desplegarse de manera confusa y libre a través de la representación, los Beatles se llenaron de nuevas ideas que por unos meses los unieron como nunca, con una capacidad casi que irrefrenable de creación y con el LSD como los remaches y tornillos que unían y articulaban en confusas formas todo este complejo andamiaje. El cuarteto de pop más famoso de la época creaba un álbum mágico, teatral, con un ambiente psicodélico y una estética elaborada a través de los cómicos y arrebatados significados de una pantomima.

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