Mis dos cometas

Dos Cometas

 


Tanto leer la prensa. Tanto leer libros diáfanos y oscuros y todo llevando una línea hacia la catástrofe mundial. En 1986 vivía casi en la esquina de la Avenida Américo Vespucio y Tobalaba y el interés de ese año era sin dudas cósmico. Después de 75 años se vería a simple vista el Cometa Haley, que había pasado cerca de la Tierra en 1911 y ahora volvía mostrarnos su grandeza y su enorme figura y sin dudas provocar conjeturas de todo, esencialmente las apocalípticas.

Así esa noche de abril de ese año en un pequeño vehículo partimos hacia el Cajón del Maipo, escapando de la contaminación lumínica de la ciudad de Santiago, con mi esposa y mi suegra y llevando un pequeño telescopio y unos lentes larga vista.

Lo que se hablaba en esos momentos era casi lo mismo que se habla ahora para someternos con el miedo, pero sin un cometa destructivo o contaminante de gases venenosos. Ahora se nos castiga con una poción que dicen que es vacuna, cuando es un líquido de prueba que nos convierte en simples, puro y tontos conejillos de indias. Los resultados ya se verán. Si ya se verán.

Siglo con la peregrinación al cometa. En el camino al Cajón del Maipo decenas de personas que se habían instalado en los entornos del camilo y exploraban el cielo en la búsqueda de este cuerpo celeste que había maravillado al mundo en 1911.

Nosotros seguimos más lejos y más lejos hasta la oscuridad total. Allí bajamos del vehículo y nos dedicamos a buscar nuestro cuerpo estelar en la inmensidad de los cielos negros, ero rebosantes de estrellas. Lo que habían difundido los medios de prensa se alejaba de la realidad. No era tan fácil ver el cometa hasta que lo pude encontrar. Me llamó la atención porque no presentaba una larga cola, sino más bien dos colas, una larga y otra corta.

Hicimos una pequeña fogata y entre café y algunos sándwiches seguimos durante varias horas mirando el famoso cometa. Momentos que jamás voy a olvidar. Mi pequeño hijo dormía extasiado en los brazos de su madre y yo del café me había pasado a un rico licor de frutas que mi suegra preparaba con denuedo y cariño. Fueron gratos y hermosos momentos y todo lo de la anunciaba del final del mundo se hacía lejano a pesar, que lo apocalíptico se veía en la música, en los libros, en las películas, en los videos Betas y VHS de aquel entonces y obviamente en la prensa tan cercana a provocar pánico con tal de vender diarios y revistas.

En esos momentos pensaba que era verdad que si una mentira se repite con insistencia pasa a ser una verdad, a pesar de estar enraizada en grandes falsedades.

A pocos metros de donde nos habíamos estacionados vimos un buzón negro. Me llamó la atención a pesar que Correos de Chile era en aquel entonces una gran empresa. ¿Qué hacía un buzón en mitad de la nada? Unas semanas después me enteré que cerca de allí en un baldío cerca del buzón había un centenar de casas, era algo así como un pueblito de gente de “bien” que escapaban de la angustiosa y agitada vida de la capital y se refugiaban en ese lugar tan lleno de paz y tranquilidad. Después me enteré era uno de los sitios favoritos de los aficionados a los ovnis, porque era una zona donde se podían ver muchos avistamientos. Si sonreí en forma irónica, siempre lo espacial se comunica con lo mágico e inexplicable. Y nunca más supe del cometa hasta algunos años después.

Este era otro cometa, pero no tuvo tanta prensa como el Haley. Se trataba del Hale – Bopp. Bajaba en la noche desde Alto Hospicio hacia Iquique en un taxi y así y sin querer y sin estar preparado vi un verdadero monstruo en mitad de los cielos hacia el noreste. Era por lo menos cinco veces más grande y luminoso que el Haley y estaba allí en lo alto de los cielos en las alturas saludándome. Quedé sin habla.

Fue tanto que el taxista al ver y vivenciar mi asombro detuvo el vehículo de alquiler se detuvo a la vera del camino y nos dedicamos a observar. Era sin dudas una imagen extraída de algún relato cósmico de un escritor famoso. Era tal su belleza que a la cita que iba llegué atrasado. Era el año 2000, que marcaba el fin del milenio, pero la prensa ya no nos asustaba con el cuerpo celeste sino con la caída mundial de los computadores por el cambio de año al 2000. Decían que todo iba a convulsionar y que también nos moriríamos por una falla mundial de las computadoras al estilo de la saga de “Terminator”. Si otro bluf, tan insignificante como un fotón de luz que marca la teoría de las posibilidades como un patrón de interferencia.

Si no pasó nada. Nada de nada.

Saco todo esto a colación por la película denominada “No mires arriba”, recientemente estrenada que está teniendo un enorme éxito, especialmente en nuestro país donde trata de un cometa del porte del Everest se va a estrellar en la Tierra a 100 kilómetros de la costa de Chile.

No sé si esta película sea una sátira cómica o una fuerte y soterrada crítica al Capitalismo, pero vuelve a tratar del Apocalipsis de la Raza Humana por completo.

Si es como un rito de iniciación que es como hacernos saber de la necesidad neurótica de sentirnos diferentes y superiores, pero vueltos a la realidad porque no somos nada, salvo un gracioso haz de luz, que convierte el mundo en una comedia para quienes piensan y en una tragedia para quienes sienten. Dejo esto para la meditación y para la crítica, porque vivimos en mitad del océano de lo catastrófico. Quieren que el miedo nos ahogue y nos someta. Eso. A despertar entonces.

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