Crónica de vida entre melodías y plumas

Por Freddy Torres Oviedo.

Para no olvidar y seguir luchando en el atribulado mundo del fin de los tiempos.

Apenas me enteré de la muerte de Jaime Martínez por medio de un post que puso en su página el reconocido “Lobito” Araneda, casí aterrizo en el piso de mi living. Dos días antes había sabido de la muerte del reportero gráfico del diario El Nortino, Víctor Pávez que para la gran mayoría era reconocido como “Huasito” y que nosotros en el diario le decíamos “Papú”, por su auto pequeño y de verdad con aires de “old fashion” que siempre llamaba la atención, en especial cuando a Víctor se le perdía. Bueno mejor dicho cuando no se acordaba dónde lo estacionaba.

Jaime Martínez era propietario de una tienda de música denominada “Melody Rock” que aquellos que vivimos en pos de la música siempre admiramos porque a nivel subterráneo era la verdadera Meca de la música alternativa, progressiva, jazz fusión y todas esas corrientes tan valoradas por la “inmensa minoría” parafraseando el slogan de radio Futuro en sus comienzos.

Lo conocí porque en ese tiempo en el mismo edificio “Interprovidencia” instalé la Disquería “Geminis” vendiendo música rock, de los creadores allende Los Andes, es decir del mundillo musical de la Argentina, también del mundo incipiente en materia de música “Under” o exclusiva de nuestro país y de la misma Argentina, de aquella que se encontraba en el parque Rivadavia al otro lado de la cordillera, que yo visitaba cada dos o tres meses buscando aquellas joyitas musicales.

No éramos competencia. El en un lado de la música. Yo en otro. Así que cuando abrí mi tiendita de inmediato nos hicimos amigos.

Recuerdo que en las mañanas yo llegaba a la 9 en punto y abría mi negocio. A los pocos minutos llegaba Jaime y nos tomábamos un café. Luego, sacaba de sus bolsillos la infaltable cajetilla y se fumaba un cigarro. El decía que el café y el tabaco tenían en él un efecto purgante. Así que a los minutos desaparecía, seguro buscando ese espacio vital de absoluta reserva e individualismo. Yo ordenaba un poco las cosas y comenzaba a atender a los clientes. Fueron casi dos años de esas reuniones donde hablábamos de todo un poco, pero en el sustantivo era sobre música.

Pasaron tantas cosas en esa galería. Conocí a varias personas, hoy día varios de ellos son mis amigos como Manuel Astorga, amante de la música como yo. Cuando voy a Santiago siempre lo paso a visitar a su casa de calle Club Hípico. De hecho en uno de mis últimos viajes pasamos juntos al Interprovidencia y visitamos a Jaime en su "Melody Rock". Fue la última vez que lo vi.

Estas dos muertes me agobiaron porque ambos eran diabéticos. Ambos tal vez estaban sofocados por lo que está pasando en el mundo con la pandemia del Covid19 o Coronavirus. No lo sé. Sólo sé que hoy me he sentado en compañía de tantos recuerdos de dos etapas importantes de mi vida. Una cuando vivía de la música y otra que vivía de la pluma, aunque esta última ha tomado mi vida y la ha transformado en lo que soy ahora. Un ser humano, más humano que nunca, que vive de lo que escribe y que no pasa nunca un rato muy largo para volver acompañarse de música. La música lo es todo en mi vida. Es aquello que nunca me ha defraudado, la escritura tampoco.

Dicen los sabios que nunca se debe confiar en alguien a quien no le gusta la música. Cada día que pasa estoy más seguro de eso.

Finalmente, Víctor y Jaime, nunca un adiós… simplemente desde el corazón un ¡Hasta Siempre!

Locales del Edificio Interprovidencia. 

El local cubierto de un papel blanco... fue nuestra disquería "Geminis" durante casi dos años.